martes, 30 de julio de 2013

HISTORIA DE UN AS


 
 As del "MUNICIPIUM CALAGURRIS IULIA NASSICA" (Actual Calahorra).

 

   Cuando nuestra mente está abierta para reconocerlas, descubrimos que vivimos en un mundo lleno de sincronicidades. Poco después de publicar mi último post encontré, olvidado en el fondo de un cajón de mi escritorio, un par de antiguas monedas ibéricas que años atrás me habían regalado. Al observarlas con detenimiento descubrí en el reverso de una de ellas la imagen de un toro que me había pasado desapercibida. ¡Qué sincronicidad! Precisamente aquellos días estaba recopilando información para un post de este blog que versaría sobre el culto al toro mitraico en la antigua Roma. ¿Tendría alguna relación aquella imagen del toro con el culto romano al toro del dios Mitra?

   Gracias al buscador Google no tardé en encontrar información sobre aquella moneda. Se trataba de un As romano de la época del emperador Tiberio. Una moneda de bronce (la palabra As proviene del latín aes que significa “bronce”) del "MUNICIPIUM CALAGURRIS IULIA NASSICA", la actual ciudad de Calahorra. En el anverso de la moneda figuraba la imagen de la cabeza laureada del emperador Tiberio con el siguiente texto:  TI. AVGVS. DIVI. AVGVSTI. F. IMP. CAESA(R). En el reverso, la figura de un toro mirando hacia la derecha con el texto: L. FVL. SPAR (SO.) (L.) SATURNINO II VIR. M. C. I.

   ¿Qué sentido tenía la imagen de un toro en un As?  En las monedas romanas era frecuente encontrar imágenes de delfines, lobos, osos, peces, serpientes, etc. En la península Ibérica también lo eran las imágenes de bóvidos en forma de yunta de bueyes arrastrando arados (arado fundacional) y toros preparados para los sacrificios rituales mitraicos.

 



As de la Colonia Caesar Augusta (Zaragoza) - Yunta fundacional -

 
   En el reverso de las monedas  más antiguas acuñadas en la ceca de la Colonia Caesar Augusta (la actual Zaragoza) podemos ver la imagen de una yunta formada por un ternero y una novilla tirando de un arado. La yunta es guiada por un personaje (posiblemente Augusto, el fundador de la ciudad) que porta en su mano derecha un látigo.

   La fundación  de una ciudad romana estaba acompañada de ceremonias propias para la ocasión. En primer lugar un augur debía consultar a los dioses si el emplazamiento era de su agrado. Si el resultado era afirmativo, el fundador delimitaba el emplazamiento de las murallas mediante un surco realizado con un arado tirado por un ternero y una novilla. Por este motivo las monedas más antiguas de la Colonia Caesar Augusta conmemoraban con la imagen de dicha yunta su reciente fundación. Con los años, y cuando la ciudad ya estaba consolidada, la Colonia Caesar Augusta acuñó nuevas monedas, esta vez con la imagen de un toro mitrado. ¿Cuál fue el motivo de este cambio? Las monedas circulaban por todo el imperio romano y eran un medio de propaganda para la ciudad; la elección de sus imágenes no se realizaba con fines estéticos.

 

 
As de la Colonia Caesar Augusta (Zaragoza) - Toro mitrado


   En el siglo I d.C. muchas legiones romanas, como las famosas Legio X Equestris y Legio IX Hispana, tenían como divisa la imagen del toro. Las monedas con imágenes de toros proclamaban a todo el imperio que en la ciudad que las acuñaba se asentaban las legiones romanas y por ello poseían el rango de ciudad imperial. Por este motivo el toro mitrado de las monedas de Caesar Augusta y Calagurris mostraba el orgullo de sus habitantes por ser ciudadanos del imperio romano.
 

 
La Legio X Equestris y la Legio IX Hispana fueron legiones que combatieron en la Guerra de las Galias bajo el mando de Julio César

 

El toro en las legiones romanas

 
   Varias hipótesis se han barajado para explicar el porqué el toro fue la divisa de muchas legiones romanas. La más aceptada lo atribuye al elevado número de practicantes del culto al dios solar Mitra entre los legionarios romanos.

 

 
Mitra degollando al toro (Museo del Louvre-París)

 
   El culto a Mitra fue introducido en Roma en el año 62 a.C. por los legionarios, funcionarios y comerciantes que habían servido en las fronteras orientales del imperio.

   Mitra era adorado desde la antigüedad en Persia y la India. Según la mitología, Mitra nació de una roca bajo un árbol. Al poco de nacer combatió y venció al toro creado por el dios solar, llevándoselo hasta su cueva. Ocurrió que en el camino el toro logró escaparse y el dios solar ordenó a Mitra que lo matara. Mitra lo capturó de nuevo y clavó un puñal en su cuello, del que brotó sangre que dió lugar a las plantas y los animales que habitan la Tierra. Por este motivo, en las ceremonias  de iniciación mitraica se ungía a los iniciados con la sangre de toros sacrificados para la ocasión.

 

 
Pintura mural descubierta en Pompeya. Museo arqueológico de Nápoles.


Cristianismo y mitraísmo

 
   El cristianismo y el mitraísmo convivieron en Roma durante cuatro siglos, hasta que el emperador Teodosio convirtió el cristianismo en la única religión oficial. Poco se conoce acerca de los rituales mitraicos ya que, al proscribirse en el siglo IV d.C., se destruyeron sus textos y lugares de culto. Gracias a los hallazgos arqueológicos y a los escritos de algunos de los primeros autores cristianos sabemos de sus semejanzas con los rituales cristianos.

   Un personaje clave en el triunfo del cristianismo sobre el mitraísmo fue el emperador Constantino, que logró el poder tras vencer con sus legiones a las de su rival, Majencio, en el 312 d.C. en las afueras de Roma, en la batalla del puente Milvio. Hasta entonces Constantino había sido un fiel seguidor del culto al dios sol y al mitraísmo pero, según la leyenda, en vísperas de la batalla del puente Milvio tuvo la visión de una cruz en el cielo frente al sol mientras se escuchaba una voz que decía "in hoc signo vinces" (con este signo vencerás). Entonces, y también según la leyenda, Constantino puso al frente de sus legiones un estandarte con la imagen del crismón (monograma de Cristo).

   En la batalla del puente Milvio no solo se enfrentaron dos ejércitos, sino dos mundos irreconciliables: el del antiguo imperio representado por el toro, y el nuevo representado por la  cruz.

 

 

Visión de Constantino durante la batalla del puente Milvio (312 d.C.). "In hoc signo vinces" (con este signo vencerás).

 


   Desde la fundación de la ciudad de Roma sus jefes religiosos, los pontífices, también eran responsables del mantenimiento de los puentes que cruzaban el río Tiber (en latín pontis significa “puente”). Siglos después el emperador Julio César se atribuyó el poder religioso, político y militar, pasando a ostentar el título de Pontifex Maximus (Sumo Pontífice). Después de la batalla del puente Milvio Constantino, como emperador, siguió ostentando el título de Pontifex Maximus hasta que los obispos cristianos protestaron, cediendo entonces el título al obispo de Roma (los actuales Papas).

   Constantino hábilmente logró que el cristianismo se adecuara al imperio romano y no al revés. Así, y de forma gradual, los ritos cristianos fueron incorporando los ya vigentes en Roma. Un ejemplo fue el uso de la mitra, tocado con el que cubren sus cabezas los principales dignatarios de la iglesia cristiana, muy parecida a la que se utilizaba en el culto romano a Mitra. Los antecedentes de este tocado romano los encontramos en el traje en forma de pez que utilizaban los sacerdotes babilónicos en las ceremonias de culto al dios pez Dagón. Con el tiempo, del vestido sólo se conservó el tocado con la forma de cabeza de pez con la boca abierta. El emperador romano, como Sumo Pontífice, portaba una mitra en las ceremonias religiosas. Al ceder su poder religioso a los jerarcas de la iglesia cristiana, fueron éstos los que la emplearon como tocado.

 

 
 
 
Mitra babilónica.  Traje en forma de pez utilizado por los sacerdotes babilónicos durante las ceremonias de culto al dios pez Dagón

 

 
Mitras babilónica y cristiana

 

Otras similitudes entre el cristianismo y el mitraismo son las siguientes:

-  La elección del 25 de diciembre como fecha de celebración del nacimiento de Mitra y Jesús. Hasta aquel momento los cristianos celebraban la Navidad el 6 de enero, como todavía lo hacen los cristianos ortodoxos, pero a partir de la cristianización de Roma la trasladaron a diciembre.

- Su día sagrado era el domingo, día del dios solar (en inglés sunday significa “día del sol”). Los cristianos adoptando el domingo como día sagrado también se diferenciaban de los judíos, cuyo día era el sábado.

- En las ceremonias mitraicas los sacerdotes ofrecían pan (como símbolo de la carne transformada en trigo) y agua o vino, en conmemoración de la sangre derramada por el toro que mató Mitra. En las ceremonias cristianas también el sacerdote ofrece a sus feligreses vino y pan.
 

Del toro de Mitra al toro de Mélida y de Osborne
 
 
  
 
   El culto a Mitra, al toro y a todo lo que representaban no desapareció por completo en la cultura occidental tras la aparición del cristianismo. Ha permanecido oculto y desacralizado en el arte, la publicidad y en espectáculos populares como el toreo.

   Si los antiguos romanos hubieran utilizado como vestimenta camisetas estampadas con imágenes, no habría sido extraño que muchas de ellas lucieran el mismo toro que podemos ver actualmente en las camisetas de los hinchas de la selección española de fútbol.

 

 

Camiseta con la imagen del toro de Osborne

 

 

Camisetas conmemorativas de la Legio X romana



   Es una paradoja que el emblema del toro que trajeron los legionarios romanos de las fronteras orientales del imperio romano haya retornado de nuevo a aquellas tierras durante la guerra de Irak y Afganistán por mediación de los soldados y legionarios españoles. Como dice la Biblia: Nihil novum sub sole (“Nada nuevo bajo el sol”).

 

 
Soldados españoles en la guerra de Irak

 

 
Cuartel español en la guerra de Irak

 
 
 Cuartel español en la guerra de Irak

 

 
Oficial español en la guerra de Afganistán

 

   A lo largo de la historia la imagen del toro ha sido utilizada por numerosas culturas y gracias a artistas españoles como Goya, Enrique Mélida y Manolo Prieto todavía continúa presente en la nuestra. Como me recordó la antigua moneda que encontré en el fondo del cajón de mi escritorio, ningún país, empresa o ejército puede atribuirse la propiedad del símbolo del toro ya que éste pertenece al inconsciente colectivo de la humanidad.

lunes, 1 de abril de 2013

ENRIQUE MELIDA, VINCENT VAN GOGH Y JOSEP MOMPOU. ENTRE EL DEBER Y LA PASION


Mientras no estamos comprometidos surgen dudas y existe la posibilidad de volver atrás, y siempre hay ineficacia. En relación con todos los actos plenos de ineficacia hay una verdad elemental, cuya ignorancia mata innumerables planes e ideas espléndidas: En el momento que asumimos un compromiso de manera definitiva la providencia divina también se pone en movimiento. Todo tipo de cosas ocurren para ayudarnos, que en otras circunstancias jamás hubieran ocurrido. Todo un fluir de acontecimientos, situaciones y decisiones crean a nuestro favor todo tipo de incidentes, encuentros y ayuda material, que nunca hubiéramos soñado encontrar en nuestro camino.
Aquello que puedes hacer o sueñas que puedes hacer, comiénzalo.
La audacia tiene genio, poder y magia.
Goethe
 
 

          Una manera de medir el valor artístico de una pintura es conocer el grado de compromiso que tuvo el autor con su profesión. Para muchos pintores este compromiso no fue una tarea fácil. Ser los primogénitos de una saga familiar de profesionales o empresarios les obligó a adquirir una serie de responsabilidades que los alejaron de su vocación. En este artículo citaremos a tres de ellos que finalmente decidieron seguir el impulso de su vocación artística, logrando la maestría. Obligados por sus padres a seguir las tradiciones familiares, sólo pudieron practicar su pasión en su tiempo de ocio.
Causas externas, como la muerte de un padre dominante o la quiebra del negocio familiar, los impulsaron a dedicarse por completo al mundo del arte. Libres de sus ataduras viajaron a París, en aquella época sinónimo de libertad. Como decía Goethe, en el momento en que asumes un compromiso definitivo, la providencia te ayuda en tus propósitos.
  
Enrique Mélida Alinari (1838-1892)

El primero de estos artistas fue Enrique Mélida. Enrique era el primogénito de un famoso abogado que le influyó para que siguiera la tradición familiar. Una vez finalizados sus estudios de Derecho, en 1860, ingresó como letrado en el Tribunal de Cuentas que su padre dirigía.

Su padre quiso que su hijo mayor siguiera sus huellas, y le obligó a seguir la carrera de Derecho, y le hizo entrar, cuando terminó, en el Tribunal de Cuentas del Reino. Manuel Ovillo y Otero. Escenas Contemporáneas. Revista bibliográfica. 1883.
 
Cuando contaba 24 años de edad murió su padre, dejándole al cargo de la educación de sus hermanos Arturo y José Ramón.
 

 
Enrique Mélida con toga
 
Pero la vocación de Enrique no era la abogacía, sino la pintura. Desde niño, dibujaba y pintaba por afición. Su trabajo no le satisfacía y acabó enfermando gravemente, viéndose obligado a elegir entre dos opciones: el deber y la pasión. Finalmente se impuso la pasión por el arte.

Pero buenos estaban los procedimientos administrativos y las fórmulas de derecho para Enrique Mélida; encerrado en una atmósfera que no era la suya, en la que, si había aire para sus pulmones, faltaba oxígeno para su alma, enfermó, y enfermó gravemente, y no tuvo más remedio que salir de Madrid, despidiéndose de la oficina y de las instituciones de Justiniano, y de todos los libros de la antigua, de la nueva y de la Novísima Recopilación. Afortunadamente para él y para el arte, aquella despedida fue para siempre. Manuel Ovillo y Otero. Escenas Contemporáneas. Revista bibliográfica. 1883.

 
Para tratar su enfermedad Enrique Mélida se desplazó a Panticosa. De regreso a Madrid pintó en Calatayud el primero de los cuadros de género que tan famoso le hicieron.
Su cuadro "Se aguó la fiesta", que según algunos autores sirvió de inspiración para el diseño del toro de Osborne, le hizo famoso a nivel popular. Desgraciadamente, una neumonía truncó su vida cuando su estilo pictórico, como es patente en su autorretrato de 1891, se aproximaba al de los impresionistas parisinos.
 

 Autorretrato de Enrique Mélida (1891)

Vincent Wilhelm Van Gogh (1853-1890)

Vincent era el primogénito de seis hermanos. En realidad nació un año después del nacimiento y muerte de un hermano del mismo nombre, Vincent Wilhelm. Estas circunstancias influyeron en el futuro de Vincent.

     Su padre era pastor protestante y sus tíos marchantes de arte. Vincent probó suerte en ambos campos; trabajó en una empresa de reproducciones de arte en Holanda e Inglaterra y, posteriormente, ejerció de  predicador en Holanda. Ambos trabajos los compaginó con su verdadera pasión, la pintura.
 

 

  La iglesia de Nuenen de la que era predicador su padre (1884)
 
 

 Naturaleza muerta con Biblia (1885)
 
     Su obra "Naturaleza muerta con Biblia" fue pintada tras la muerte de su padre, en marzo de 1885. Es una obra en la que se enfrentan los antiguos valores de la ley a los nuevos de la libertad. En ella destaca la Biblia de su padre, abierta por el libro de Isaías. Junto a ella, la novela de Émile Zola "La joie de vivre" ("La alegría de vivir") y una vela apagada, símbolo ésta de una etapa en su vida finalizada tras la muerte de su padre. El título de la novela de Zola, la alegría de vivir, expresa sus ansias de libertad. Con este cuadro escenifica el final de una época y el inicio de otra etapa. Deja su hogar familiar y se traslada a París.

Las enfermedades mentales pueden anular o estimular la expresión artística. Vincent Van Gogh sufrió un trastorno bipolar acompañado de alucinaciones y crisis epilépticas. Estuvo ingresado de forma voluntaria durante un año en el sanatorio mental de Saint-Rémy, donde pintó algunas de sus más famosas obras.
 

El anciano afligido. Saint Rémy-Blanzy (1890)
 
Se desconoce el diagnóstico de la enfermedad de Vincent. Posiblemente se tratara de un trastorno hereditario ya que dos de sus hermanos padecieron síntomas parecidos.
 

Autorretrato de Vincent Van Gogh (1887)

Josep Mompou Dencause (1888-1968)

 
     Otro artista en el que, en un principio, el deber familiar se impuso a la vocación fue Josep Mompou. Su madre pertenecía a una importante familia de fabricantes de campanas, por lo que su futuro estaba predeterminado.
 

Mompou mostrando unos papeles a su tío, en el despacho de la empresa familiar
 

La fundición donde se elaboraban las campanas
 
 

Mompou frente a su cuadro "La primavera” (1924)
  
(Estas tres fotos antiguas de Mompou proceden de la web de la Biblioteca de Catalunya)
 
 
Sólo podía dedicarse a pintar en su estudio cuando el trabajo se lo permitía.

Cuando la empresa familiar quebró, en 1927, Josep decidió dedicarse plenamente a la pintura y, como ya hicieran Mélida y Van Gogh, viajó a París. Allí depuró su estilo pictórico y empezó a exponer sus obras.

En 1931, en plena libertad pictórica, pintó una de sus obras más famosas, "El peix, l'ampolla i la platja" (The fish, the bottle and the shore), un cuadro que recoge las ansias de luz y libertad que el autor no encontró en las oscuras naves de la fundición familiar. Una ventana abierta al Mediterráneo. Como exponía el crítico de arte Alejandro Plana en el periódico "La Vanguardia" de Barcelona:
Es un tema (la ventana abierta) que tiene una magnifica aplicación en el cuadro que titula «El peix i l'ampolla». En un interior, sobre una mesa, destaca la masa contrapuesta de un grueso pescado y de una botella redondeada, a medio llenar. Una ancha ventana se abre sobre el mar y el cielo, donde los mismos azules del pescado se modulan en tonos distintos. El centro de gravedad, no obstante, gira en torno al tono granate oscuro del vino. Los elementos de esta composición son de una realidad sorprendente, pero a medida que se alejan del primer término, su contorno se hace más impreciso, como una evasión de la fantasía, para concentrar la sensación visual en un juego puro de tonos azulados de una transparencia admirable.
 

"El peix, l'ampolla i la platja". Josep Mompou (1931)
  
 
"El peix, l'ampolla i la platja" gozó de una excelente crítica en las numerosas exposiciones en las que participó. En París se expuso en la Galerie Billet (Pierre Vorms), en Barcelona en la Sala Parés, en Pittsburg en el Carnegie Institute y en Toledo (Ohio) en The Museum of Art European. The New York Times Sunday y The New York Sun valoraron su sencillez y modernidad, pero el que mejor supo reflejar la esencia de este cuadro fue Enric Gual en el diario "El Mirador" de Barcelona del 27 de abril de 1933: "El peix, l'ampolla i la platja" que equivale a un resultado taumatúrgico. Con el color y la línea construye un total equilibrado, dentro de una musicalidad perfecta, de un perfume repleto de un oxígeno que no encontramos amenudo, y esta simplicidad, que es otro argumento para relucir su valor, es un principio que va repitiendo sin cansar y lo aleja de la búsqueda de objetivos traidores que están esparcidos por el mundo en formas y teorías diversas.

Mompou enfermó al poco tiempo de comprometerse con la pintura. La tuberculosis lo tuvo alejado mucho tiempo de la pintura pero pudo reponerse y reincorporarse a la vida artística, lo que no lograron Mélida y Van Gogh.
 
 

Josep Mompou. Sant Esteve d´en Bas (1963)

 

sábado, 16 de febrero de 2013

DEL TORO DE MÉLIDA AL TORO DE OSBORNE


 

 

 



 
 

Pasaron casi 80 años desde que Enrique Mélida Alinari pintara un toro estático en su cuadro ¡Se aguó la fiesta! hasta que éste pudiera contemplarse sobre las colinas desde las carreteras de España. En esta labor participaron, de forma consciente o no, varios artistas. Muchos de ellos no han visto todavía reconocida su labor. Una de las intenciones de este artículo es corregir este olvido. Veamos quiénes fueron.

 

 

 

Enrique Mélida Alinari

 
        Autor del cuadro ¡Se aguó la fiesta! En otros artículos de este blog se puede encontrar información del autor y su obra.
 

 

Enrique Mélida Alinari (1838-1892)














Alfonso Romero Mesa y Enrique Guijo Navarro

 

 


Alfonso Romero Mesa (1882-1940)

 
 


Enrique Guijo Navarro (1881-1944)

        En 1907 abrió sus puertas en la calle Echegaray de Madrid la taberna de ambiente taurino Los Gabrieles. Gabrieles en el argot popular significa garbanzos, un alimento básico en la dieta de los madrileños de principios del siglo XX. Por los salones de Los Gabrieles, y hasta su cierre en 2004, se dejaron ver personajes tan famosos como Pastora Imperio, Julio Romero de Torres, Zuloaga, Sánchez Mejías, Antonio Chacón, Manolo Caracol, Belmonte, Baroja, Valle Inclán, Ava Gardner. Incluso se cuenta que a sus fiestas flamencas asistieron Primo de Rivera y el rey Alfonso XIII.

Las paredes de Los Gabrieles están adornadas con murales cerámicos publicitarios obra de los artistas sevillanos Alfonso Romero y Enrique Guijo.
 

 

 
 
 
Los Gabrieles. Madrid


 

Anuncio de las bodegas Pedro Domecq de Jerez. Los Gabrieles

 
            Con sus cerca de 300 m2 de paneles de azulejos cerámicos, la mayoría de 15 x 15 cm, Los Gabrieles ha sido denominada la "Capilla Sixtina de la azulejería madrileña" y la "Catedral de la cerámica andaluza dedicada al vino de Jerez". Bodegas como Domecq, Garvey, Sánchez Romate, Carrasco y Rafael Cruz Conde encargaron anuncios para que adornaran sus paredes. Muchos de estos paneles reproducían cuadros de Goya, Velázquez y Enrique Mélida.

 

Anuncio de las bodegas Sánchez Romate de Jerez reproduciendo un cuadro de Velázquez. Los Gabrieles

 


Anuncios de las bodegas Rafael Cruz Conde y Carrasco de Jerez. Los Gabrieles
 

           Entre los paneles cerámicos pintados por Alfonso Romero y Enrique Guijo destaca el encargado por las bodegas Orbaneja de Jerez para su Amontillado Dávila, que reproducía el cuadro ¡Se aguó la fiesta! de Enrique Mélida.  Para algunos autores esta obra fue una fuente de inspiración para la creación de la imagen publicitaria del Toro de Osborne.

"En la madrileña taberna Los Gabrieles, cerca de la plaza de Santa Ana, podemos ver una copia de ¡Se aguó la fiesta! en azulejos, de gran belleza. Mirando este cuadro de Mélida, nos viene a la cabeza la imagen publicitaria del toro de Osborne, lo que hace pensar que, la silueta recortada en el horizonte de éste, podría haberse inspirado en el cuadro de Mélida." Victoria Mélida Ardura. Dossier: Los hermanos Mélida Alinari. Madrid Histórico Editorial SL. Nº 43. Enero/Febrero 2013. Páginas 33-47.
  

 

Anuncio de las bodegas Orbaneja de Jerez, obra de Alfonso Romero y Enrique Guijo, reproduciendo el cuadro ¡Se aguó la fiesta! de Enrique Mélida. Los Gabrieles




Anuncio de las bodegas Orbaneja de Jerez, obra de Alfonso Romero y Enrique Guijo, reproduciendo el cuadro ¡Se aguó la fiesta! de Enrique Mélida. Los Gabrieles














Carlos Ruano Llopis

 


Carlos Ruano Llopis (1878-1950)
 

       En 1932 la familia Domecq compró la prestigiosa ganadería brava de Veragua. En aquella época la cultura de los vinos de Jerez estaba muy ligada al mundo taurino y las bodegas Domecq encargaron a Carlos Ruano un cartel que identificara su marca con el toro bravo.

      Carlos Ruano ya era conocido en Jerez por ser el autor de los carteles de la Feria y Fiestas de la Primavera de 1925 y 1928.

    Observo que hay una estrecha relación entre los diseñadores de los carteles de este tipo de fiestas y los publicistas de las bodegas andaluzas.


 
Cartel de la Feria y Fiestas de Primavera de 1925. Carlos Ruano

 
 
Cartel de la Feria y Fiestas de Primavera de 1928. Carlos Ruano
 
         El cartel que Carlos Ruano diseñó para las bodegas Domecq representaba a un maletilla que huye de un toro bravo al que pretendía torear.

 


Azulejos del restaurante El gallo azul. Jerez. Carlos Ruano


        Esta imagen fue utilizada en varias ocasiones por las bodegas Domecq para sus campañas publicitarias hasta los años 70.



 

 

 
 
 

Versión de los años 60 del cartel del brandy Fundador de las bodegas Domecq en la que el maletilla fue sustituido por un joven con pantalones vaqueros, chaqueta de cuero negra y botas camperas














Rafael Raga Montesinos
  

 

Rafael Raga Montesinos (1910-1985)
 

            Siguiendo la tradición de las bodegas jerezanas, en 1950 las bodegas Osborne encargaron unos carteles publicitarios a Rafael Raga Montesinos y a los miembros de los estudios gráficos Mamelón de Jerez. Rafael Raga era conocido en Jerez por haber sido el ganador, en 1949 y 1953, de los concursos de carteles de las fiestas de la vendimia jerezana. Siguiendo la costumbre de su época, se eligió el toro en movimiento como imagen del cartel. Rafael Raga diseñó, entre otros, los carteles de Amontillado Coquinero, Fino Quinta y el brandy Veterano.

         Rafael Raga ha sido un referente en la historia del cartel publicitario español, siendo también autor de numerosos carteles de la productora de cine CIFESA.

 
 
Cartel de la Fiesta de la Vendimia de Jerez de 1949. Rafael Raga



Cartel de la Fiesta de la Vendimia de Jerez de 1953. Rafael Raga


 

Veterano. Osborne. Creación de Rafael Raga
  


Fino Quinta. Osborne. Obra de Rafael Raga
 

 

Amontillado Coquinero. Osborne. Rafael Raga

 

 

 

 

 

 

 

Manuel Prieto Benítez

 

 

Manuel Prieto Benítez (1912-1991)

  
          En 1956, seis años después que Rafael Raga creara el primer Toro de Osborne, las bodegas Osborne confiaron la publicidad del brandy Veterano a la empresa madrileña Azor. El diseñador gráfico de Azor era Manuel Prieto Benítez que pocos años antes había realizado el cartel de la Feria de Primavera del Puerto de Santa María. Como ocurriera con Carlos Ruano y Rafael Raga en Jerez, Manuel Prieto fue el elegido para crear la imagen publicitaria de Osborne.

 


Cartel de la Feria de Primavera del Puerto de Santa María de 1953. Manuel Prieto
 
         Hacía 25 años que Manuel Prieto residía en Madrid, y como andaluz aficionado a los toros conocía los ambientes taurinos de la ciudad. No debía serle desconocida la taberna Los Gabrieles con sus famosos paneles cerámicos, especialmente el de ¡Se aguó la fiesta!, obra muy conocida y reproducida en abanicos, postales, jarrones y en panderetas de Navidad. También se escenificó en becerradas populares en plazas de toros. Tan popular llegó a ser esta obra que, en 1923, el diario ABC publicó que ¡Se aguó la fiesta! era más famoso que Las Meninas de Velázquez o El entierro del señor de Orgaz del Greco.

        Desde 1956 pudieron contemplarse los carteles del toro de las bodegas Osborne por las carreteras de España, hasta que una ley que regulaba la publicidad en carreteras frenó su expansión.

 

Cartel publicitario del brandy Osborne
 

         Manuel Prieto hizo posible lo que ni Alfonso Romero ni Enrique Guijo lograron: sacar el toro del cuadro ¡Se aguó la fiesta! y situarlo sobre la cima de una loma. Así, gracias a artistas como Enrique Mélida, Alfonso Romero, Enrique Guijo, Rafael Raga y Manuel Prieto el toro bravo mira desde su atalaya recordándonos el lema de Takeda Shingen, aquel samurai japonés de la película de Kurosawa, cuya silueta en la cima de la montaña hacía temblar a sus enemigos: "Firme como una montaña, amenazante como el fuego, fuerte como un tronco, ligero como el viento. En el cielo y en la tierra, tú mereces toda la veneración."