lunes, 28 de enero de 2013

ENRIQUE MELIDA ALINARI


 

 


Enrique Mélida togado. Pintado por Ignacio Suárez Llanos

 

 
Enrique Mélida pintado por Boldini


 
Enrique Mélida en su estudio frente a un cuadro representando una maja. Oleo presentado fuera de concurso en la Exposición Universal de París de 1889

   


Enrique Mélida y Alinari (Madrid, 1838 - París, 1892) era hijo de Nicolás Mélida Lizana y Leonor Alinari Adarve. Era hermano de José Ramón, arqueólogo, y Arturo, arquitecto.

 
 
 Leonor Alinari Adarve con su hijo José Ramón



 
Leonor Alinari Adarve pintada por Antonio María Esquivel



Nicolás Mélida Lizana

 
Su padre, Nicolás Mélida, provenía de una familia de juristas. Fue diputado a Cortes y alcanzó el puesto de ministro del Tribunal de Cuentas. Su madre, Leonor Alinari, era de ascendencia italiana. La familiar Alinari pertenecía a la aristocracia de Florencia y se dedicaban al arte.

Su padre quiso que, como hijo mayor, Enrique siguiera la tradición familiar y le obligó a estudiar la carrera de Derecho. Cuando se licenció, en 1860, le propició la entrada como letrado en el Tribunal de Cuentas, institución que él dirigía. Pero la vocación de Enrique Mélida no era la abogacía sino la pintura. Ya desde pequeño, Enrique dibujaba y pintaba por afición. Simultáneamente con sus estudios de Derecho recibió clases de los pintores José Méndez y Ernest Meissonier. En un ejemplar de la Revista Escenas Contemporáneas de 1983 leemos: Pero buenos estaban los procedimientos administrativos y las fórmulas de derecho para Enrique Mélida; encerrado en una atmósfera que no era la suya, en la que, si había aire para sus pulmones, faltaba oxígeno para su alma, enfermó, y enfermó gravemente, y no tuvo más remedio que salir de Madrid, despidiéndose de la oficina y de las instituciones de Justiniano, y de todos los libros de la antigua, de la nueva y de la Novísima Recopilación. Afortunadamente para él y para el arte, aquella despedida fue para siempre.

Debido a su enfermedad, Enrique Mélida se desplazó a Panticosa y, de vuelta a Madrid, pasó por Calatayud, donde pintó su primer cuadro de género. En 1864 participó en la Exposición Internacional de Bayona con dos cuadros, El verdugo y su víctima y Dos cabezas de perro. En 1866 presentó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid las obras Santa Clotilde sorprendida por su padre, un Estudio y un Autorretrato.



Joven de espalda. Enrique Mélida



Posteriormente pintó el Picador herido, El despacho parroquial y Un bautizo en la sacristía de San Luis, este último adquirido por el estado francés.

 

Un bautizo en la sacristía de San Luis. Museo de Luxemburgo (París)

 
En 1873 su obra La antesala del príncipe de la Paz fue premiada en Viena. Así, se inicia la que se ha llamado "época de Goya", en la que Enrique Mélida se labró una gran reputación como pintor costumbrista y retratista de la burguesía y aristocracia madrileña. De esta época datan las pinturas La lección de toreo y Se aguó la fiesta, sin duda la más celebre de todas sus obras. En ella se representa una escena en la que un toro sorprende a un grupo de jóvenes merendando en el campo. Este cuadro fue presentado en la Exposición Nacional de 1876, donde fue premiado con la medalla de segunda clase y, después, adquirido por el Gobierno de España para sus museos nacionales.

 

 
Se aguó la fiesta (1876). Enrique Mélida

 
Enrique Mélida desarrolló una gran actividad literaria, colaborando como  ensayista en artículos sobre Goya en la revista El Arte en España. También publicó en la revista La Voz del Siglo.

Conjuntamente con su hermano Arturo ilustró los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós y otras obras.



 

 Episodios Nacionales. Benito Pérez Galdós. Portada de la edición de 1882 de Trafalgar. Arturo y Enrique Mélida


Tras casarse con su prima Marie Bonnat Alinari, hermana del retratista francés León Bonnat, se trasladó a vivir a París en 1883. Tres años más tarde formó parte del jurado internacional en la Exposición Universal de París. Desde allí continuó enviando obras a la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid como Herrar o quitar el banco o La Comunión de las Monjas (actualmente en el museo de Málaga).
 


La comunión de las monjas. Museo de Málaga


En el Salón de París de 1889 presentó Procesión de penitentes en España en el siglo XVII, que fue adquirido para el Museo de Sydney (en 2011 fue subastada en España en la Sala de subastas Appolo de Pamplona).





Procesión de penitentes en España en el siglo XVII. Enrique Mélida



Una ronda de la inquisición. Enrique Mélida

 

 

Enrique Mélida pintado por Edgar Degas

  

 
Lección de Toreo (de una litografía de la época). Enrique Mélida

 

Autorretrato de Enrique Mélida. 1891 (Málaga, colección particular)




En 1892, poco antes de morir de neumonía, pintó su autorretrato y presentó en el Salón la que sería su última obra, La niña perdida.



 


 
La niña perdida (de una litografía de La Ilustración de 1892). Museo de Luxemburgo (París)

sábado, 26 de enero de 2013

LA FAMILIA MELIDA. LOS INICIOS DEL CARTEL PUBLICITARIO EN ESPAÑA



El Cartel publicitario

Con la aparición de las nuevas técnicas de impresión, a finales del siglo XIX, se dió un fuerte empuje al desarrollo del cartel publicitario.

La pintura y el cartel publicitario han estado siempre estrechamente unidos. Los primeros carteles modernos fueron realizados por pintores parisinos, como Toulouse-Lautrec (1891), para anunciar los espectáculos de los cabarets.

 

 


 

 
Pocos años después (1898), en España, el pintor modernista Ramón Casas diseñó sus famosos carteles de Anís del Mono y  champagne Codorniu. Aquellas campañas publicitarias tuvieron tanto éxito comercial que, todavía hoy, ambas marcas siguen siendo líderes en su sector.

 


 


 



     En 1900, la Unión Española de Explosivos publicó el primer número de la que sería su clásica colección de almanaques. El pintor escogido para diseñar el cartel de aquel primer almanaque, así como el del año siguiente, fue Arturo Mélida y Alinari. A pesar de que no fue el primer cartelista publicitario de España ni uno de los más importantes, sus obras fueron el inicio de una tradición en la que participaron pintores de la categoría de Emilio Sala, Juan Martínez Abades, Manuel Benedito Vives, Julio Romero de Torres, Eduardo Arroyo, Clara Gangutia, Manolo Valdés y Eduardo Úrculo.



 1900. Arturo Mélida. Diana cazadora

 
1901. Arturo Mélida. Santa Bárbara

 

Arturo Mélida y Alinari

 

(Madrid, 24 de julio de 1849 - 15 de diciembre de 1902)

 
Arturo Mélida
 

Arturo Mélida fue un artista polifacético que desarrolló su trabajo en los ámbitos de la arquitectura, escultura, decoración, pintura y cartel publicitario. Entre sus esculturas más destacadas figuran la de Cristóbal Colón (1885), actualmente en la plaza Colón de Madrid, y el sepulcro en bronce policromado de Colón (1891) en la Catedral de Sevilla.

 

Sepulcro de Cristóbal Colón en la Catedral de Sevilla


 
Monumento a Cristóbal Colón en Madrid
 
 

Arturo Mélida era hermano del también pintor Enrique Mélida y del arqueólogo José Ramón Mélida.

Enrique Mélida fue el autor del famoso cuadro “¡Se aguó la fiesta!” tantas veces reproducido en carteles, revistas, postales, cerámicas y abanicos de principios del siglo XX.

martes, 1 de enero de 2013

EL TORO EN LA PREHISTORIA (2)


LAS PINTURAS RUPESTRES
 
  




 

 
   Las pinturas prehistóricas se pueden encontrar al aire libre, en abrigos naturales, o en lugares poco accesibles en el interior de cuevas. No se conoce con certeza qué papel desempeñaban estas pinturas, pero podemos compararlo con tribus primitivas actuales, en las cuales las imágenes de animales tienen un significado simbólico y religioso. La imagen de un animal pintado sobre la pared de una cueva es un ideograma que invoca al espíritu de ese animal con intenciones tan diversas como el éxito en la caza, la fertilidad, etc.

EL TORO. EL NACIMIENTO DE UN ICONO

         En las pinturas prehistóricas se representaban gran variedad de animales, desde pequeños insectos, como las abejas, hasta elefantes. Con frecuencia se mostraban, en aparente desorden, rinocerontes, caballos, cabras silvestres, osos, bisontes, etc. Uno de los que más destacaba entre ellos era el Bos Taurus. La presencia del toro en estas pinturas es una prueba de su existencia en lugares en los que actualmente no está presente, así como un indicio de su importancia como animal de caza. Su fortaleza física, capaz de   matar al hombre, hicieron del Bos Taurus un animal sagrado.

   Se han encontrado pinturas de toros en Europa, norte de África y  Mesopotamia.

 

Cueva Remigia  (barranco Gasulla)


LA SILUETA DEL TORO EN LA PENINSULA IBERICA


   La gran cantidad de pinturas representando al toro en el levante español demuestra que éste recibió una especial veneración en comparación con otros animales. Por el contrario, en el norte de España donde era más abundante el el bisonte, éste ocupó el papel protagonista.

 
 

 


   En general las pinturas se hallan en abrigos y cuevas poco profundas. En la península Ibérica son de especial interés las pinturas de Asturias (Peña de Candamo, Buxu, Loja, Pindal, Tito Bustillo), Santander (Altamira, Pasiega, Castillo, Covalanas y Hornos de la Peña), Vizcaya (Basondo, Santimamiñe y San Martín), Guipúzcoa (Altxerri y Cestona), Soria (Balonsadero), Cuenca (Peña del Escrito, Rambla del Enear y Marmalo), Teruel (Prado del Navazo y Callejón del Plou), Lleida (Cogul), Tarragona (Montsía y Valltorta), Castellón (Remigia), Albacete (Minateda y Venado), Murcia (Cantos de Arabí y La Pileta) y Cádiz (El Arco).

 

Peña del Escrito. Villar del Humo (Cuenca)

 
   En Vilar del Humo (Cuenca) se encuentra un conjunto de abrigos  naturales con pinturas, como Peña del Escrito y Selva Pascuala, formando parte de un centro ceremonial dedicado al culto del dios toro.


 

Abrigo Grande de Minateda (Hellín, Albacete)
 

CUEVA DE LASCAUX, MONTIGNAC (FRANCIA)
 

   Las pinturas de Lascaux fueron realizadas durante el periodo Magdaleniense antiguo (15.000 a.C.). Como otras cuevas importantes, Lascaux fue utilizada como centro ritual durante miles de años. Se cree que en esta cueva, además del culto a animales, también se realizaron rituales de paso a la madurez ya que se encontraron huellas de manos infantiles pintadas. Los pigmentos minerales utilizados como el óxido de manganeso, el óxido de hierro y el caolín fueron traídos desde lugares  situados a más de 20 km. de distancia de la cueva, lo que indica la importancia de dicho centro.

 



 

 

 

   La técnica pictórica era muy elaborada. Bajo la luz de lámparas de grasa animal, que producían poco humo, primero se realizaba un dibujo grabado sobre la piedra con un instrumento de sílex y después se pintaba mezclando los diferentes pigmentos en paletas de piedra. Para alcanzar las zonas más altas de las cuevas se construyeron rudimentarios andamios.

 


   En la sala oval de Lascaux destacan, por su aparatosidad, las imágenes de cuatro enormes toros blancos de más de cinco metros de longitud. También encontramos toros amarillos, bicromos y negros.