lunes, 11 de abril de 2016

Tres tristes toros




 
 
 
Hace cinco años las bodegas Osborne entablaron un pleito judicial en contra de la marca Bad Toro, una empresa dedicada al diseño y producción de colecciones para tiendas Duty Free en aeropuertos.

Según el diario Expansión, Osborne denunció a Bad Toro en la Oficina de Armonización del Mercado Interior (OAMI) porque la silueta del logo de Bad Toro era muy parecida a la del Toro de Osborne del diseñador Manolo Prieto. En dicha demanda Osborne aducía que sólo ellos podían utilizar el término “toro” en una marca comercial.

Tras varios años de pleitos la batalla jurídica se libra actualmente en el Tribunal Supremo en Madrid y en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea en Luxemburgo. Según los expertos, el fallo del primero condicionará la decisión del segundo.

No es mi intención analizar los aspectos legales de este pleito, pero es difícil aceptar que una empresa pueda ser legalmente la propietaria del término genérico “toro”. Si esto fuera así, incluso el "Consejo regulador de los vinos de Toro" también podría ser demandado por Osborne por la inclusión del término “toro” en su logo.
 


 
 
 
Es triste comprobar cómo se quieren apropiar de la imagen del toro. En este blog, desde su inicio, hemos defendido que la imagen del toro no es propiedad de un país ni de una marca comercial. La imagen del toro es un símbolo que pertenece, desde sus albores, a la humanidad.

Por otro lado, la silueta de un toro sobre una colina fue una idea original del pintor Enrique Mélida. El toro representado en su obra "¡Se aguó la fiesta!" fue una imagen muy popular en la primera mitad del siglo XX, siendo reproducida sobre numerosos soportes (abanicos, panderetas, cerámica, etc). Las bodegas Orbaneja, treinta años antes de la aparición del Toro de Osborne, ya habían utilizado la imagen desafiante de un toro sobre una colina para la promoción de sus vinos de Jerez. A pocos metros del estudio profesional de Manolo Prieto en Madrid se encuentra la taberna flamenca "Los Gabrieles", un local en el que se reunían buena parte de los artistas, toreros, políticos y bodegueros andaluces que visitaban Madrid. Todavía hoy se puede ver en las paredes de “Los Gabrieles” un cartel cerámico de las bodegas Orbaneja con la silueta de un toro sobre una colina muy parecido al del Toro de Osborne. Ese cartel publicitario reproducía el cuadro “¡Se aguó la fiesta!” de Enrique Mélida.

Sería difícil suponer que Manolo Prieto, andaluz aficionado a los toros y al flamenco, no conociera la taberna “Los Gabrieles”, situada a pocos metros de su estudio. En sus visitas a la bodega, forzosamente se percató de la presencia de aquel toro que miraba desafiante a un mozo con una botella de vino en sus manos. Aunque Manolo Prieto tuvo la genial idea de trasladar al toro a colinas de las carreteras españolas, no debemos olvidar que el autor original de aquella idea fue Enrique Mélida.
 
 
 
 
 
 
 

sábado, 14 de junio de 2014

LA ESTATUILLA DE LOS PREMIOS GOYA Y EL TORO DE OSBORNE. DOS OBRAS DE ARTE EN BUSCA DE SUS AUTORES



La última ceremonia de entrega de los premios Goya ha sacado a la palestra el tema del plagio en el mundo del arte.

En la antigüedad era muy habitual que los jóvenes artistas aprendieran a pintar copiando las obras de los pintores consagrados. En aquella época el arte estaba al servicio del poder (Iglesia y nobleza) por lo que con frecuencia se reproducían los mismos temas religiosos, históricos y mitológicos. Sólo a unos pocos artistas se les permitía innovar ya que a los poderes autócratas les desagradan los librepensadores. No fue hasta el Renacimiento, coincidiendo con el surgimiento de una nueva clase social de mercaderes con alto poder adquisitivo, que se empezó a valorar la creatividad en el autor.


LA INSPIRACION Y EL PLAGIO EN EL ARTE Y LA PUBLICIDAD
 
No existen obras de arte que puedan considerarse totalmente originales. La creación es un proceso mental condicionado por diversos factores tales como la educación, la experiencia, las emociones y los recuerdos. En realidad siempre está presente el recuerdo inconsciente de las obras de otros artistas.

El término “plagiar” proviene del latín plagiāre que significa “copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias”, mientras que el término “inspiración” proviene de inspiratĭo, entre cuyas acepciones se encuentra el “efecto de sentir el escritor, el orador o el artista el singular y eficaz estímulo que le hace producir espontáneamente y como sin esfuerzo".

Y ¿cómo saber si una obra de arte es el resultado de la inspiración o del plagio? Sólo el artista que ha creado la obra puede responder con certeza a esta pregunta. En muchas ocasiones ni el propio autor es consciente de las influencias de otros artistas en su obra. Para que se trate de un auténtico plagio debe existir la voluntad deliberada de copiarlo y ocultarlo.
 

EL GOYA DE BENLLIURE

Un ejemplo donde no está clara la autoría de una obra de arte es el de la estatuilla de los premios Goya que, desde 1987, concede la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. En una nota en su web, la Fundación Mariano Benlliure afirma que esta estatuilla es un plagio de una obra creada en su día por el escultor Mariano Benlliure.
 

Estatua de Goya en el Museo del Prado. Mariano Benlliure


Frente a la puerta de Goya del Museo del Prado se encuentra una estatua de Goya, obra del escultor valenciano Mariano Benlliure. Un busto de bronce que representa a Goya, obra del mismo escultor, se encuentra en el interior del museo,  en una de las salas dedicadas a Goya.

 

 Busto de Goya, obra de Mariano Benlliure. Museo del Prado


 
 Estatuilla de los Premios Goya. Obra del escultor asturiano José Luis Fernández


En la web de la Fundación Mariano Benlliure, refiriéndose a la estatuilla de los premios Goya, podemos leer: Lo cierto es que si se compara dicho busto con el original de Benlliure las similitudes son más que notables y no parecen el resultado de una simple inspiración.
 Desde la segunda edición la estatuilla se encargó al escultor José Luis Fernández, quien desarrolló un nuevo busto de bronce, más pequeño, que representa al pintor. Lo cierto es que esa segunda estatuilla no es una “creación” personal del escultor José Luis Fernández, pues está claramente inspirada en el busto de Goya obra de Mariano Benlliure, una de cuyas fundiciones en bronce puede verse en las salas dedicadas al pintor en el Museo del Prado.
 
Para defenderse de esta acusación, el artista José Luis Fernández contestó en el diario digital Las Provincias (15 de febrero de 2014):
 
Es la primera noticia que tengo. No sabía nada, ni que se lo reclamaban a la Academia ni que considerasen que lo había copiado. La verdad es que yo no he visto ese busto de Benlliure, no lo conozco....
La imagen la saqué de los propios cuadros del pintor y no veo nada punible. Hay que ver, la gente cómo hila en todo esto. Los Benlliure tienen muchos sitios donde mirar obras del artista, al que sí es cierto que le plagian mucho, pero no es mi caso, la verdad.

Posteriormente la Fundación Benlliure respondió a estas declaraciones esgrimiendo que, en un reportaje en el diario El País de fecha 3 de febrero de 2001, el escultor José Luis Fernández reconocía haberse inspirado en el busto de Goya creado por Mariano Benlliure.
 
Como vemos, nos encontramos ante dos posturas enfrentadas que parecen irreconciliables: la primera, la de la Fundación Mariano Benlliure, que denuncia un plagio y la segunda, la del autor, que se defiende afirmando que es una inspiración aunque posteriormente, en 2014, se retractó. ¿Cuál de las dos versiones es la verdadera?
 
Como dice el refrán, "una imagen vale más que mil palabras". Aunque no podemos afirmar con certeza que la obra de Fernández sea un plagio tampoco podemos negar el gran parecido con la de Benlliure. Ambas tienen las mismas proporciones, gestos faciales e incluso el mismo pañuelo anudado al cuello.

 
LOS DERECHOS DE AUTOR DE LA OBRA DE MARIANO BENLLIURE

Mariano Benlliure falleció en 1947 por lo que, en el caso de que la estatuilla de los premios Goya fuera un plagio, se debería pagar derechos de autor a sus herederos ya que estos derechos estarían vigentes hasta el año 2017.
Afirman los herederos que han intentado llegar a un acuerdo con la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España pero hasta este momento no ha sido posible. Según la Fundación Mariano Benlliure: No parece lógico que una institución como la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España entregue como Premio Goya, el más importante que se concede en cine en España, una estatuilla que no respeta los derechos de propiedad intelectual sobre una obra, ya que los derechos de autor de Mariano Benlliure siguen vigentes.



EL TORO DE OSBORNE
 
Otra obra de arte donde puede haber controversia es el Toro de Osborne, diseñado en 1956 por Manolo Prieto para las Bodegas Osborne.
 
Como hemos repetido en numerosas ocasiones en este blog, la silueta del Toro de Osborne nos recuerda la que aparece en el cuadro ¡Se aguó la fiesta! del pintor Enrique Mélida, reproducida en los carteles publicitarios de la famosa taberna flamenca Los Gabrieles de Madrid.
 
Muchos recordarán esta taberna por haberse rodado en ella algunas de las escenas de la serie televisiva Juncal, cuyo protagonista principal era Paco Rabal. Los Gabrieles fue denominada la "Capilla Sixtina de la azulejería madrileña" y la "Catedral de la cerámica andaluza dedicada al vino de Jerez". Sus paredes están decoradas con paneles cerámicos publicitarios de las Bodegas Domecq, Garvey, Sánchez Romate, Carrasco y Rafael Cruz Conde. En estos anuncios reproducían cuadros de Goya, Velásquez, Enrique Mélida y otros pintores relacionados con el mundo del vino y los toros.



Azulejos de Los Gabrieles. Serie de TVE Juncal. 1988

 
Los Gabrieles está situada en pleno centro de Madrid, muy cerca del estudio de Manolo Prieto. Sería extraño que un profesional andaluz y aficionado a los toros que diseñaba carteles publicitarios con temas andaluces desconociera la bodega y, en concreto, el cartel de ¡Se aguó la fiesta!
 
También aquí "una imagen vale más que mil palabras". Si comparamos las siluetas de ambos toros (la de Enrique Mélida y la de Manolo Prieto) vemos una gran similitud. Ambas imágenes fueron utilizadas con fines publicitarios para promocionar dos bodegas jerezanas, y las dos representan a un toro negro en posición estática de pie en la cima de una colina.
 

 Silueta del toro sobre una colina tal como aparece en el cuadro de Enrique Mélida ¡Se aguó la fiesta!
 

Silueta de un toro sobre una colina utilizada en la  publicidad de Brandy Veterano de Bodegas Osborne


La percepción de similitudes y diferencias entre dos obras de arte siempre es  cuestionable ya que nuestras percepciones están condicionadas por nuestras creencias. Si creemos que Manolo Prieto no estuvo influenciado por Enrique Mélida, por más evidente que sea el parecido entre ambos toros, nosotros no lo percibiremos. Nuestra mente discrimina las informaciones que van en contra de lo que espera percibir.
 
Otro ejemplo de discriminación en la percepción visual la podemos experimentar en una escena de la película Pretty Woman (ver vídeo abajo). En ella Julia Roberts sostiene con la mano un croissant, en el siguiente plano misteriosamente es una galleta (o tortita) ovalada, y de nuevo un croissant. A pesar de lo llamativo de esta situación, los espectadores no suelen detectar estos cambios porque su mente no contempla esta posibilidad.


Escena del desayuno de la película Pretty Woman
 
 


Obsérvese cómo el croissant se sustituye súbitamente por una galleta (o tortita) ovalada y de nuevo por un croissant



EL PODER DE INTERNET Y LAS REDES SOCIALES

Puede parecer extraño que en su época nadie mencionara el parecido entre el Toro de Osborne y el de ¡Se aguó la fiesta! Debemos recordar que en 1956 no era tan fácil como hoy documentarse. Si en aquella época hubieran existido medios como Google o Twitter quizás alguien se hubiera percatado del parecido entre ambas imágenes y lo hubiera hecho público en la red.
 
Citaré un ejemplo reciente del poder de las redes sociales para denunciar plagios en el mundo de la publicidad. Según el diario El Mundo (9 de abril de 2014), el diseñador gráfico Alfredo León denunció vía Twitter que un cartel que anunciaba un evento de la formación política "Podemos" (abajo a la izquierda) era un plagio de un cartel suyo (en el centro de los tres) presentado al concurso de carteles del 47 Festival de Jazz Donosti.

En el tuit de Alfredo León se podía leer:
 
Han copiado la composición. Los 47 círculos, los colores, la tipografía y hasta las líneas. El cartel que usa “Podemos” es plagio de una obra mía. Necesito una explicación.

Pero para sorpresa de Alfredo León, a las pocas horas de realizar su denuncia en las redes sociales otro internauta, también vía Twitter, acusaba a su vez a León de haber plagiado un cartel publicitario chino (el cartel de la izquierda).

 El cartel original chino es el de la derecha. El del centro es de Alfredo León y el de la izquierda de la formación política "Podemos"


Finalmente, ante esta evidencia, Alfredo León reconoció que había modificado el cartel chino mediante el recurso gratuito de un programa de diseño. Y de nuevo escribió en Twitter:

Estoy desbordado; si lo llego a saber no digo nada en Twitter.
En menos de 24 horas he tenido 3.000 menciones en Twitter y no paro de recibir llamadas y mensajes.
El original tenía 48 puntos. Yo decidí eliminar uno y dejarlo en 47. Y la tipografía la añadí yo. “Podemos” ha copiado todo.


LOS DERECHOS DE REPRODUCCION DE LA OBRA DE ENRIQUE MELIDA
 
Enrique Mélida murió en 1892 por lo que los derechos de reproducción de sus obras prescribieron en 1972, 16 años después de la aparición del Toro de Osborne. Según el artículo 6º de la antigua Ley de la Propiedad Intelectual de 1879, la propiedad intelectual corresponde a los autores durante su vida, y se transmite a sus herederos testamentarios o legatarios por el término de ochenta años. También es transmisible por actos entre vivos, y corresponderá a los adquirentes durante la vida del autor y ochenta años después del fallecimiento de éste si no deja herederos forzosos.
Recientes sentencias judiciales han dictaminado que los derechos de reproducción de la silueta de un toro negro en posición estática de pie son propiedad de las Bodegas Osborne. Pero, por paradójico que parezca, esa misma silueta se podría reproducir legalmente con fines publicitarios si el que la reproduce indicara que es una copia del toro del cuadro ¡Se aguó la fiesta! de Enrique Mélida. Aquel toro al que Valle Inclán describía como un toro "bragao" que se detiene a corta distancia mirando con ojos escarnizados y foscos el grupo alborotado y conmovido de los majos y de las manolas que un momento antes tan alegre y amigablemente departían.
 
 
 
 
 
 
 
 
 




domingo, 23 de febrero de 2014

MUERTE DE ENRIQUE MÉLIDA (VALLE-INCLÁN)


 
   Durante su breve estancia en México, en 1892, Valle-Inclán trabajó como redactor en "El Universal". En este diario publicó, con fecha 25 de mayo de 1892, un artículo en memoria de Enrique Mélida en el que hacía una breve referencia a su cuadro “¡Se aguó la fiesta!”

   114 años más tarde, y procedente de México (¡curiosa coincidencia!), se subastó en la Sala Durán de Madrid un cuadro de Enrique Mélida idéntico a “¡Se aguó la fiesta!”, desaparecido en 1946 en un misterioso incendio en el Ministerio de Marina. El actual propietario de este cuadro, el Sr. Arturo Mélida Vilches, afirma tener pruebas que demostrarían que el cuadro subastado es el que se daba por desaparecido.

   Reproduzco a continuación el artículo de Valle-Inclán publicado en "El Universal".
 
 
 


Ramón María del Valle-Inclán





La pintura española.- Las dos escuelas.- Murillo y Goya.- Santos y majos.- Tendencia vieja.- Los cuadros de casacón.- Enrique Mélida.- Sus cuadros.- La herencia de su hija.



   Hay en la pintura española dos escuelas que casi pueden llamarse regionales.

   La "sevillana", que brotó del pincel de oro de Murillo, al comenzar el siglo XVI, y la madrileña de la que fue prez y principal ornato D. Francisco Goya, el pintor de "La majeza de Lavapiés", el compadre de "Pepe Illo", el querido de la manola "Salea", la más garruda moza, que por aquellos años, ya luengos, vieron y requebraron los "pisaverdes y covachuelistas" de la villa y corte.

   La escuela de Murillo apenas tiene hoy imitadores: el espíritu místico huyó a otras regiones.- Bourget dice que a Rusia- espantado de decadentismo y sequedad de los tiempos actuales que han hecho de la raza latina, de aquella raza que en la edad media se sintió hondamente estremecida con los terrores nerviosos del milenario, una raza de hombres sin ideales y sin fe.

   Verdad que ahora empieza a iniciarse en Francia algo así como una vuelta a lo antiguo, tendencia nueva, de la cual en España apenas hay noticia, y de que allende el Pirineo son apóstoles; bien que cada uno por modo muy diverso; Pablo Gibiet y el notabilísimo Paladán, autor del "Vicio Supremo", el único volumen de la biblioteca de Bavey d`Oreville, pues como es sabido este original escritor quemaba los libros después de leerlos.

   Murillo es un inspirado que tuvo la visión del cielo, y ni antes ni después de él hubo pintor alguno en el mundo que supiese iluminar el lienzo con aquellos místicos rompimientos de gloria que, irradiando rodeaban con una áurea penumbra la artística cabeza del pintor sevillano.

   Para pertenecer a esta escuela no basta tener sentido del color y de la línea, es menester también un temperamento sensitivo, idealizador y autosugestionable reforzado por una fe muy viva, y aún cuando sea muy de lamentar, los vientos que reinan no son los más propicios a la barca de "Petrus".

   En cambio, la escuela madrileña, fundada por Goya, conserva incólume su tradicional "manera" popular y manolesca, y tiene cultivadores de indiscutible mérito. Quizá consiste esto, en que los españoles que perdimos el misticismo heredado de Roma, conservamos vivo el amor a la guitarra y los toros transmitido con la sangre mora.

   Enrique Mélida - cuya muerte nos transmite hoy el telégrafo - era uno de los primeros cultivadores de esta escuela, que no sé por qué extraña semejanza me recuerda el "Sombrero de tres picos" de Alarcón; quizá porque las figuras de los cuadros de Mélida, son figuras de casacón y basquiña, como las del "Corregidor y Doña Frasquita".

   Mélida, era un enamorado del siglo del peluquín y la chupa, siglo muy coquetón, y "donjuanista", que cuenta entre sus "amateurs" a Edmundo Goncourt y a mi ilustre paisana la Sra. Pardo Bazán.

   Enrique Mélida nació en Madrid, y fue discípulo de D. José Méndez, pintor muy mediano. En un principio dedicóse a la carrera del derecho, y hasta creo que fue empleado en el Tribunal de Cuentas. Pronto comprendió que esta carrera no era de su gusto, y dejó de "ilustrar" expedientes; pues es de advertir que cuantos llegaban a su mesa, los iluminaba a manera de "códices".

   Trocada la pluma del oficinista, por la paleta del pintor, fueron muchos y de mérito los cuadros que produjo. Entusiasta de los artistas españoles, los estudió muy a fondo, escribiendo por entonces notables artículos de crítica artística, que le valieron elogios de Balart y Luis Alfonso.

   De todos los cuadros de Mélida, ninguno tan notable como el que lleva por título "Se aguó la fiesta". Es de ver la gracia de aquella merienda en el campo, interrumpida por la repentina aparición de un toro "bragao" que se detiene a corta distancia mirando con ojos escarnizados y foscos el grupo alborotado y conmovido de los majos y de las manolas que un momento antes tan alegre y amigablemente departían.

   Mélida dedicóse también a otros géneros. En la Exposición de París de 1864 obtuvo premio por su cuadro "El verdugo y la víctima", y en la nacional de 1866 presentó "Santa Clotilde sorprendida por su padre" y una cabeza de estudio, que llamó grandemente la atención por su "factura" avelazcada. Este año los asistentes a la Exposición parisién, pudieron admirar su obra maestra, "La niña perdida". Cuando ya su autor estaba muy enfermo, cuentan que fue a visitarlo Agustín Bannat - uno de sus mayores amigos y admiradores.

- ¡Ánimo, maestro! - le dijo al entrar.

- "La niña perdida" gusta a los jurados; el Estado quiere comprarlo.

- Bueno - contestó el ilustre enfermo - será la herencia de mi hija....

   Ha muerto sin saber que el ministro de "Bellas Artes" mudó de criterio. La hija de Mélida no tendrá herencia.

   ¡Pobre niña, y pobre artista!
 
                                                                                             Valle-Inclán
 
 
 
 
 
“La niña perdida” de Enrique Mélida. Reproducción publicada en 1892 en la revista "La Ilustración". Este fue uno de los últimos cuadros pintados por el autor.
 
 
 
 
 
 
 
 

domingo, 9 de febrero de 2014

MISTERIO EN EL MINISTERIO

EN BUSCA DEL CUADRO PERDIDO

Cuando se daba por perdido el cuadro ¡Se aguó la fiesta! de Enrique Mélida, una contribución a este blog (fechada el 15 de diciembre de 2013) del Sr. Arturo Mélida Vilches (descendiente directo de Enrique Mélida) nos informa  que este cuadro todavía existe y está en su poder.

El cuadro ¡Se aguó la fiesta! fue comprado por mí en Subastas Durán. Tengo una ficha del Museo del Prado en donde informa que el cuadro estaba en el Ministerio de la Marina y que se quemó en diciembre de 1946, según carta del ayudante del ministro. Subrayo lo de según carta del ayudante. Yo tenía otra información familiar: el cuadro no se quemó sino que se lo llevaron a México. Cual fue mi sorpresa cuando vi que en el marco del cuadro pone "hecho en México"; lo habían enmarcado en México.

Personal de El Prado vieron el cuadro y confirmaron la autenticidad de la firma de Enrique Mélida pero me informaron que era una copia del propio autor pues el cuadro, según la ficha, salió ardiendo. Tengo además un modelino, un boceto finalizado, del propio cuadro que compré en Austria y que lo pongo a vuestra disposición.

En definitiva, no es cierto que sea otra versión sino el original o una copia exacta del cuadro pues, si comparamos el cuadro con el modelino o con las fotos que tiene El Prado, coincide en todo.  Arturo Mélida Vilches
 
Modelino del cuadro ¡Se aguó la fiesta! subastado en Austria bajo el título de Aufforderung zum Kampf (invitación a la lucha) 
 
El lote 215 de la subasta extraordinaria de las navidades del 2005 en la Sala Durán de Madrid era un cuadro que tenía por título "Un invitado inesperado". Según el catálogo de la subasta, en el ángulo inferior derecho figuraba la firma de E. Mélida y estaba fechado en 1876.
 

Ante estos hechos surge una pregunta: El cuadro subastado, ¿era una copia o, como defiende el Sr. Mélida Vilches, es el original del famoso cuadro?

No tenemos elementos para responder a esta pregunta pero aportaremos algunos datos para que el lector pueda sacar sus propias conclusiones.


DESAPARICIÓN DE LOS CUADROS DEL MUSEO DEL PRADO


La historia nos demuestra que no siempre los responsables de la desaparición de obras de arte son delincuentes habituales. En ocasiones están implicados los mismos responsables de su custodia.


Históricamente en el Museo del Prado han desaparecido obras de arte de forma fraudulenta.

 
El Museo del Prado cuenta con una colección formada por unas 7.600 pinturas, 1.000 esculturas, 3.000 estampas y 6.400 dibujos. De todas estas obras unas 3.100, por falta de espacio en el Museo, están depositadas en otras instituciones. Son estos lugares los más propicios a que las obras desaparezcan.


EL INCENDIO DE LAS SALESAS

En 1915 se produjo un incendio en la sede del Tribunal Supremo situado en los terrenos del antiguo Convento de la Visitación de Nuestra Señora de Madrid, también llamado Convento de las Salesas Reales.
 
Sede del Tribunal Supremo en Madrid (Las Salesas)

En el incendio de Las Salesas también se dieron por quemadas 51 pinturas de las 106 que el Museo del Prado tenía depositadas en dicho edificio. Nada mejor que consultar la prensa de aquella época para describir el caos que se originó durante ese incendio.

Desorden y pánico.

Quisiéramos hacer al público un relato de lo que en las calles que rodean al edificio de las Salesas ocurrió en los primeros momentos; pero es un intento difícil.

Oficiales del Ejército, jefes de Estado Mayor y de la Guardia Civil, jefes de la Dirección de Seguridad, sacerdotes de la iglesia de Santa Bárbara, periodistas, vecinos de las casas próximas, todos, presas de emoción consiguiente, daban órdenes, acudían por las escalerillas al edificio incendiado, cargaban con documentos y papeles, corrían en todas direcciones, daban avisos por teléfono y se afanaban por comunicar el siniestro para traer auxilios y procurar salvar lo que se pudiese.

Cuando llegaron los bomberos, la confusión era enorme, y era tan imponente el fuego, que no se decidían a empezar por ninguna parte la extinción.

Tampoco se podía contener al público. Cada cual acampaba por sus respetos. Cientos de personas entraban y salían del edificio. Fue un trabajo imposible enchufar las mangas que empezaron a arrojar enorme cantidad de agua; pero no cortaba el fuego...

¿De qué autor es el cuadro?

Varios sacerdotes, cuando se hacía el salvamento de objetos pedían con gran interés se descolgase un gran cuadro que hay en el altar mayor. Otros se negaban a que el cuadro fuera descolgado. Unos y otros aseguraban que dicho cuadro era una joya; pero nadie supo decirnos de qué autor era.  La Correspondencia de España.  5 mayo 1915
 
Incendio del Tribunal Supremo (Las Salesas) en 1915

En 1994, 79 años después del incendio de las Salesas, apareció en la sala de subastas Durán de Madrid la obra Abraham y los tres ángeles, de Juan Antonio de Frías y Escalante, que se había dado por perdida en el incendio de Las Salesas.
Abraham y los tres ángeles del pintor Juan Antonio Frías y Escalante.

Aunque en un primer momento el propietario de la Sala Durán negó que se tratara de un cuadro robado, los expertos demostraron que se trataba de uno de los cuadros desaparecidos, por lo que fue incautado por la policía. Según el diario ABC:

El director de la casa de subastas, Fernando Durán, confirmó a ABC que la Policía intervino cautelarmente el lienzo anoche, pero en ningún momento se han puesto en contacto con él los responsables del museo. En su opinión, <<no se trata del cuadro desaparecido . Al parecer se cita un cuadro de esas características en un catálogo sobre los fondos del Prado de un tal Pradera, pero este libro no tiene un carácter oficial. Ya veremos lo que dice el Prado. >>  ABC. 13 de Diciembre de 1994.

Otra obra que también se daba por perdida en el incendio de Las Salesas, El rey godo Alarico de Carlos María Esquivel, también reapareció en el año 2003 en los almacenes del Museo de Segovia.
 
El rey godo Alarico, Carlos María Esquivel

Pero no siempre los cuadros del Museo del Prado han desaparecido durante el caos que acompaña a un incendio; en ocasiones han sido sustraídos de forma deliberada.

En 1980 reapareció en una sala de subastas el cuadro El arco del rey Casto, de José Uría, que era propiedad del Museo del Prado y se daba por desaparecido del Gobierno Civil de Barcelona desde 1954.
 
El arco del rey Casto, José Uría

La desaparición de obras de arte propiedad de entidades públicas no sólo es cosa del pasado. Recientemente también se ha denunciado la desaparición de 200 obras de arte del Ayuntamiento de Madrid, entre las que destaca el cuadro Cibeles Láctea de Antonio de Felipe.
 
Cibeles Láctea, Antonio de Felipe


DESAPARICIÓN DE ¡SE AGUÓ LA FIESTA! EN EL MINISTERIO DE MARINA


 Fotografía del cuadro ¡Se aguó la fiesta! de Enrique Mélida cuando estaba expuesto en el Museo de Arte Moderno de Madrid. (Archivo Moreno)

El cuadro ¡Se aguó la fiesta! de Enrique Mélida fue reproducido en numerosas revistas, tarjetas postales, jarrones, abanicos e incluso fue representado teatralmente en plazas de toros de Madrid. Aunque actualmente no es muy conocido, este cuadro fue muy famoso en su época, como lo demuestra un comentario del crítico de arte Martín Ávila en el diario ABC.

Maestro en este arbitrio fue Enrique Mélida. Uno solo de sus cuadros, ¡Se aguó la fiesta! ha sido en España, y lo es aún, más popular que Las Meninas y mucho más que El entierro del señor de Orgaz, y, por lo menos, tanto como la más popular obra mística de Murillo. ¡Se aguó la fiesta! es aquel cuadro en que un bravo toro, retinto en negro y corniapretado, se planta amenazador ante un grupo de chisperos que comen regocijados en pleno campo. Martín Ávila. ABC. 4 de febrero 1923.

No todas las personas relacionadas con esta obra opinan que el cuadro que se subastó en la Sala Durán sea el original. Según nos cuenta el Sr. Mélida Vilches, personal del Museo del Prado confirmó la autenticidad de la firma de Enrique Mélida, pero aseguraron que se trataba de una copia. En la página web del Museo Carmen Thyssen de Málaga el Sr. Carlos G. Navarro, especialista en pintura del siglo XIX del Museo Nacional del Prado, escribe:

... ¡Se aguó la fiesta! de Enrique Mélida, obra desaparecida de la colección del Prado que recibió una segunda medalla en la Exposición Nacional de 1876, y cuyo verdadero éxito popular lo atestiguan la multitud de copias y versiones que aparecen de ella con cierta frecuencia en el mercado de arte español. Carlos G. Navarro

Por otra parte, la Sra. Victoria Mélida Ardura afirmaba en la revista Madrid histórico que el cuadro en posesión de su primo es una copia.

Esta obra está desde hace tiempo en paradero desconocido, pero sí existe actualmente una copia de esta pintura firmada por Enrique Mélida en 1876, propiedad de Arturo Mélida Vilches, descendiente del pintor. Victoria Mélida Ardura. Madrid histórico. Enero 2013.

No será fácil descubrir la verdadera historia de este cuadro. No soy experto en el tema ni tengo datos fehacientes para afirmar si el cuadro se quemó o no. Sería de gran ayuda saber cómo llegó este cuadro a Méjico y cómo regresó a España; parte de esta información la tiene la sala Durán de Madrid.

¡Se aguó la fiesta! desapareció en un momento muy convulso de la historia de España. Según la información que nos facilita el Sr. Arturo Mélida Vilches, el Museo del Prado le informó que el cuadro se quemó en 1946, en un incendio en el Ministerio de Marina.

Debido a la censura que imperaba en la posguerra referente a todo lo que tenía relación con el ejército, no me ha sido posible encontrar en las hemerotecas referencias a dicho incendio.
 
Cuartel General de la Armada en el Paseo del Prado de Madrid.
En 1946 fue la sede del Ministerio de Marina

Ya hemos visto en el incendio de Las Salesas el caos que se puede producir en el transcurso de un incendio. Soldados, policías y otros ciudadanos trasladando obras de arte sin ningún tipo de control, por lo que no sería de extrañar que alguien aprovechara esos momentos de confusión para hacer desaparecer alguna de ellas.

Por otra parte, un pariente próximo del Sr. Mélida Vilches le había informado a éste, antes de adquirir el cuadro en la subasta Durán, que dicha obra no se había quemado en el incendio sino que se hallaba en Méjico. Esta información se ve reafirmada con el descubrimiento del Sr. Mélida Vilches de una inscripción en el reverso del marco de dicha obra, indicando que había sido fabricado en Méjico.

Finalmente, para añadir más credibilidad a la hipótesis de que se trata de la obra original y no de una copia, decir que el boceto original utilizado por Enrique Mélida para pintar el cuadro coincide con las características del cuadro subastado.


ELEMENTOS DE UNA NOVELA DE MISTERIO

De forma parecida a las novelas El código Da Vinci de Dan Brown y El maestro del Prado de Javier Sierra podríamos preguntarnos: ¿Qué misterio se oculta tras el toro de ¡Se aguó la fiesta!?

La historia de ¡Se aguó la fiesta! tiene muchos elementos que parecen haber sido extraídos de este tipo de novelas de misterio: los hechos transcurren en un museo importante como es el Prado, sus personajes son tan poderosos como un ministro de marina, intervienen reconocidos expertos de arte, las imágenes que reproduce el cuadro están cargadas de gran valor simbólico como es el caso del toro, en la parte posterior del marco se descubren anotaciones que podrían servir de pista para descubrir a los autores del robo, etc.
 

Cartel cerámico publicitario de las bodegas Orbaneja de Jerez, sito en la famosa taberna Los Gabrieles de Madrid desde principios del siglo XX.

Existen muchos indicios de que el cuadro ¡Se aguó la fiesta! sirvió de inspiración a Manolo Prieto para su famoso Toro de Osborne. Desde principios del siglo XX, en la taberna Los Gabrieles de Madrid, existe un cartel cerámico publicitario de las bodegas Orbaneja de Jerez que reproduce la imagen de un toro idéntico al Toro de Osborne. Así, a los ingredientes clásicos de una novela de misterio tendríamos que añadir que ese cuadro desaparecido fue el que inspiró la imagen más famosa de la Marca España.


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Poco después de haber publicado este post, recibí en la sección de comentarios un mensaje del Sr. Arturo Mélida Vilches que decía lo siguiente:
 
Quisiera añadir un dato más a lo que comentáis. Quien me informó que el cuadro estaba en México fue el padre de Victoria Mélida Ardura, Rafael Mélida Poch. Este señor era arquitecto del Ministerio de Obras Pública y tenía conocidos en el Ministerio de la Marina que le informaron del traslado del cuadro a México cuando él se interesó por el cuadro. Así me lo transmitió. Por otro lado tengo la ficha de El Prado sobre este cuadro y la información es algo ambigua: "el cuadro fue devuelto al Museo totalmente inservible a consecuencia de un incendio ocurrido en un Departamento, según carta del ayudante del Ministro dirigida al Director". Arturo Mélida Vilches
 
Por mi parte, me gustaría añadir que he consultado en internet acerca de Dn. Rafael Mélida Poch y he descubierto que este nieto del arqueólogo Dn. José Ramón Mélida Alinari, hermano de Enrique Mélida. Dn. Rafael participó como arquitecto del Servicio de la Comisaría de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional en la restauración  de numerosos edificios históricos españoles. Era, pues, una fuente de información muy fiable sobre todo lo que concernía a las obras de arte propiedad del Estado Español.